lunes, 25 de julio de 2016

Capítulo 2 +18




Capítulo 2

Estaba reventada y para mi desgracia no en el sentido que me gustaría decir. Después de una larga sesión de sexo, en sueños por supuesto, no había podido pegar ojo en toda la jodida noche. Todos los remedios caseros, que aparentemente servían contra el insomnio, no servían para nada y por mucho que intentara dormir no había manera.

Eran las 5:15 cuando volví a mirar el reloj. Me metí en la ducha antes de que sonara la alarma y me tiré un rato bajo el agua templada, pensando en los sueños que me perseguían cada noche desde hacía varios días. Inevitablemente mi cuerpo reaccionó a las sensaciones que aquellos recuerdos placenteros me estaban haciendo experimentar. Me costaba mucho mantener mis manos quietas y no hacer lo que tanto me apetecía hacer en ese momento.

Por suerte o por desgracia tenía tiempo de sobra, al igual que mi estrés, el que se acumulaba por todos mis problemas y por mis pocas horas de sueño. No me lo pienso mucho y empiezo a descender con la esponja en mi mano por mi barriga, finalmente la suelto y cierro los ojos. Me dejo llevar a lo que mi cuerpo me pide, esta vez sin nadie que me haga replantearme nada, sólo yo.

Llevo mi mano a mi entrepierna, donde puedo notar la calor que desprende mi humedad, mezclándose con el agua caliente que se desliza por mi cuerpo. Mi mano libre busca mis pechos encontrándose con los pezones duros y muy sensibles al tacto. No dejo de acariciarme, llevando mis dedos hasta mi interior, recordando cada caricia que aquel hombre misterioso me hizo sentir. Con la boca entre abierta dejo escapar pequeños quejidos de placer, respondiendo a lo que mi cuerpo siente en este momento. Me intento llevar el pecho a la boca, una de las cosas que más disfruto haciendo mientras me masturbo, aprovechar el tamaño para poder lamerme yo misma y experimentar el máximo placer que pueda darme sola.

Siento la temperatura elevarse en mi interior, con cada embestida de mis dedos, que entran y salen, solamente, para acariciar el cúmulo de nervios que me lleva al séptimo cielo en cuestión de momentos. Mi orgasmo se aproxima, empieza a formarse haciendo que mis movimientos sean mas rápidos y bruscos, hasta que no puedo más y me dejo llevar soltando un gemido de placer que resuena en la habitación.

Mi cuerpo tembloroso se deja caer sobre el suelo de la ducha, las piernas me tiemblan y no puedo sostenerme en pie, tengo el corazón a punto de salirse del pecho y respiro con dificultad. Con los ojos cerrados aún, no dejo de pensar en aquel hombre que me está volviendo loca sin conocerle, aquel que sólo está en mis sueños para follarme cada noche.

Me muerdo el labio pensando en la posibilidad de que apareciera alguien así en mi vida, con quien no pudiera detenerme, al que accediera y me sometiera directamente al placer.

Abro los ojos cuando escucho a lo lejos la voz de Jake. Veo los cristales de la ducha empañados, abro la puerta y salgo para encontrarme de frente con mi compañero de piso.


  • Podrías haberte esperado a que saliera del baño.
  • ¡Uy! que cara tienes y que humor. - Dijo pasándome el móvil. - Tienes cara de haberte corrido.
  • ¿Qué dices? - Le arrebaté el teléfono. - Anda trae. ¿Qué pasa? ¿Me ha llamado alguien?
  • Ha empezado a sonar, creo que eran mensajes, pero no he podido mirarlos. - Entrecerró los ojos. - Tiene puesto bloqueo de pantalla.
  • No me fio de ti, anoche me metiste en un lío con Barry, ¿quién me dice que no harás lo mismo otra vez?
  • Cariño, necesitas un buen polvo urgentemente, te despiertas insoportable.
  • Me dio un azote en el culo y se fue del baño, dejándome allí con esa idea rondando en la cabeza.


"Necesitas un buen polvo urgentemente"

Era verdad. Podía negar a Jake muchas cosas pero eso no. Prueba de ello eran mis sueños eróticos con un desconocido, con el que llegaba a someterme y correrme las veces que él me lo pedía. Y así eran las mañanas, cansada de no dormir, excitada y sin saber que hacer para resolver este problema que tenía con los hombres.

Haría otra visita al doctor Amerson a explicar los placenteros sueños que tengo desde hace una semana. Que ironía, tendría que volver a la misma persona que me ayudo cuando sufría en sueños, pero ahora iría por que disfruto demasiado en ellos. Casi parecía como si el mundo se estuviese riendo de mi, una comedia que me llevaba del infierno de las pesadillas al de la lujuria y el placer. Por un momento pensé en la Divina Comedia y en Dante.

Mientras tenía una estúpida sonrisa en mi cara, que desvelaba mas bien tristeza y vacío, observé mi móvil. Con 13 mensajes de Barry en mi pantalla, se me borró toda expresión de mi cara, pensé en lo que habíamos hablado. Supuestamente voy a acostarme con él hoy y la verdad, me apetece la idea y más ahora que estoy cachonda perdida, pero no se si a la hora de la verdad podré hacerlo. Tenía que solucionar estos problemas de una vez por todas.


  • -¡Alma, vas a llegar tarde! - La voz de Jake desde el pasillo me recordaba que si me engatusaba más llegaría tarde al Hospital.
  • -¡Voy, voy! - Miré los mensajes e hice caso omiso. Tenía que arreglarme para ser puntual.


No se como demonios iba a tapar las dichosas ojeras que me llegaban a los pies, pero tenía que hacer algo con mi cara. Tras 15 minutos de maquillaje terminé por aceptar que lo que veía frente el espejo era lo que había, me gustara o no. Suspiré resignada y me fui a mi habitación a vestirme. En 10 minutos estaba lista para salir.

Cuando llegué al Hospital me encontré con mis compañeros, los que me seguían mirando como un bicho raro, salvo él. Josh. Tan callado pero simpático, tan alejado de los demás y sus comportamientos conmigo, él era distinto. Siempre me ayudaba, me tendía la mano y tenía una palabra agradable para mi. Me acerqué a él y le sonreí, obteniendo como respuesta su esperada sonrisa sincera. Tenía una cara que me resultaba familiar, quizás le había visto antes, ¿en las clases? Lo pensé, pero era imposible recordar una cara aislada en aquel lugar, y más yo, que siempre me encerraba en mi mundo e intentaba alejarme de todos. No le di mas vueltas y continué para hacer lo que me tocaba.

Sobre la mesita puse el material para dejarlo preparado, bisturí, tijeras metzenbaum, entre otras varias, pinzas, curetas, instrumentos de prehensión, pinzas hemostáticas, los instrumentos de exposición así como los distintos separadores y varios materiales más que pudiesen ser útil en algún momento de la intervención.

Cuando acabé salí y me fui a continuar con las demás tareas que tenía que hacer aquella mañana. Sobre las 10 me tomé un pequeño respiro y me senté en la sala de enfermeras para tomarme un café, necesitaba cafeína para aguantar el resto del día, ya que mi descanso últimamente no era el mejor. Mientras me tomaba aquella cosa llamada café, que estaba lejos de estar bueno, saqué mi móvil y lo encendí. Lo había apagado al entrar en las habitaciones de los pacientes que tenía que asear, en más de una ocasión había visto que a una de mis compañeras le habían llamado la atención por que su móvil había sonado cuando no debía, y no quería que me pasara igual.

Al introducir el pin y acceder a la pantalla comprobé nuevos mensajes de Barry. No muy contenta le respondí diciendo que estaba trabajando y que ya hablaríamos a la noche en la cena.

Llegué a casa sobre las 6 de la tarde, aún faltaban unas tres horas para que Barry llegara. Cuando abrí la puerta me encontré con Jake haciendo cambios en el salón.


  • -¿Qué coño haces? - Pregunté dejando las llaves en el cuenco del recibidor.
  • He pensado en hacer unos cambios para la cena de esta noche.
  • ¿Qué cambios? - Me metí en la cocina buscando algo frío en la nevera. -Mañana lo pones todo en su sitio tu, listo.
  • -Encima que quiero ayudarte a que termines lo que empezaste con Barry. - Meneó la cabeza de un lado a otro.
  • Solté un suspiro resignada, era imposible hablar con él cuando estaba "creando".
  • -¿Qué hacemos para cenar? - Me quedé mirando los muebles intentando recordar cuando fue la última vez que fui a hacer la compra.
  • -Nada. - Vino hacía ami y sacó un papelito del bolsillo. - Llama aquí, y encarga comida Italiana. Es la mejor que habrás probado nunca.
  • -Nunca me has hablado de este sitio. - Miré el papel intrigada. - ¿Desde cuando lo conoces?
  • -Trish trabaja ahí.
  • -¿Trish? - Me temía lo peor. - No puede ser.
  • -No es lo que tu crees, Alma.
  • -¿Y qué es?
  • -Simplemente intenté hablar con ella, y alguien me dijo donde encontrarla. Comí allí y ya está.
  • -¿Hablasteis?
  • -No, ese día libraba ella.
  • -Joder, Jake, me prometiste que mantendríamos las distancias con ella.
  • -Algún día tenemos que hablar. - Se dio la vuelta y se encamino al salón a continuar con lo que estaba haciendo. - Puede que ese día haya llegado, Alma, después de todo no podemos escapar del pasado.


Refunfuñando miré el papel y lo guardé para llamar una hora antes, intentando no pensar en el nuevo problema que se nos avecinaba, Trish.

Me estaba arreglando sobre las 7 y media, me parecía ridículo tener que ponerme tan formal y con unos zapatos que me destrozaban los pies para sólo cenar en casa, pero si me negaba Jake me mataría, además que no podía hacerlo. Aún me quedaba algo de sentido común.

El vestido negro, corto y ceñido que elegí me hacía tener mas culo de la cuenta, así que en parte estaba contenta, así si Barry quería irse podría aprovechar para echarme atrás. Las medías oscuras tapaban mas de lo que a Jake le gustaría, pero es lo que había, no iba a ponerme en plan Devora hombres y ir a cuchillo para que me empotrara en la puerta nada mas abrirle. Y los tacones, negros también, hacían juego con el vestido. Con quien no hacían juego era conmigo, que no estaba acostumbrada a ellos y acabaría cayéndome como tomara una copa de más.

A las 8:15 estaba pidiendo la cena al Italiano que me recomendó Jake. Mientras hacía hora para que llegaran Barry y la comida, me maquillé un poco para taparme estas ojeras.

Poco después, o eso me pareció sonó el timbre, como pensaba, era la comida. A falta de probarlo, el olor que desprendía era increíble. No pasó mucho cuando volvió a sonar y miré a Jake, gritando con mis ojos que me ayudara a escapar de allí. Vino hacía ami y abrió él la puerta. Supuse por su cara que era lo que esperaba.


  • -Así que tú eres Barry. - Le tendió la mano. - Soy Jake, encantado.


Un saludo formal que aprovecharon para pasearse los ojos de arriba abajo el uno al otro. La cara de asombro de Barry no me sorprendió en absoluto, no era el primer tío que pensaba que estaba liado con él o lo veía como una "amenaza". No veían lógico que viviera con un tío bueno y no me acostara con él. Después de lo que pareció una eternidad me puse al lado de Jake, intentando parecer tranquila.


  • ¿Os dejo solos? - Sonreí acercándome a Barry para saludarle. Aún no sabía si besarle en los labios o en la cara, no sabía que coño éramos.
  • Prefiero que después nos deje solos él a nosotros. - Me agarró de la cintura apegándome a su cuerpo mientras deslizaba una mano hasta mi culo. - ¿Qué opinas Jake?


Que hay una película esta noche que me apetece ver, así que sintiéndolo mucho os tendréis que quedar sin mi adorable compañía.

La mirada de Jake me atravesó, con ella me decía tantas cosas...y ninguna era buena. No al menos para mi. Empezaba a pensar que él tenía razón y que no podría tirármelo. Flaqueaba mi determinación y ahora sólo tenía presente el nudo que tenía en el estómago y que Barry venía con ilusiones que yo no sabía si podía cumplir.

Al menos estaba en casa, tenía eso a mi favor y también estaba allí Jake, que nunca dejaría que me pasara nada malo. Estaba segura, protegida y en mi interior eso me tranquilizaba.

Acepté el beso en los labios, salvaje y animal, que me dio y cogí la botella de vino de su mano. Me di la vuelta, intentando no caerme, caminé lo más segura que pude hasta la mesa. Necesitaba vino aunque eso nunca me llevaba a nada bueno.

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